martes, 14 de diciembre de 2010
Jean-Paul Marat fue un científico y médico francés de padre sardo y madre suiza que realizó gran parte de su carrera en el Reino Unido, pero que resulta más conocido como activista, periodista y político durante la Revolución francesa.
Se le identificó con el ala izquierda de la Revolución. Fue tan amado por los sectores más desposeídos de la sociedad como detestado por los aristócratas y burgueses. Para garantizar el triunfo revolucionario, estuvo a favor de medidas tan radicales como las llamadas Masacres de septiembre de 1792 de los "enemigos de la revolución" encarcelados. Fue miembro del partido Cordeleros durante la Revolución francesa y ayudó a consolidar el Reinado del Terror elaborando "listas negras". Fue apuñalado en su bañera por la girondina Charlotte Corday en 1793.
La caída de los Girondinos el 31 de mayo, provocada por las acciones de François Hanriot, se convirtió en uno de los últimos logros de Marat. Su enfermedad de la piel estaba teniendo efectos negativos en su vida, y lo único que aliviaba las molestias eran los baños calientes donde se pasaba gran parte del día escribiendo las publicaciones siguientes de L'Ami du peuple. Marat estaba en su bañera el 13 de julio de 1793 cuando una mujer que afirmaba ser una mensajera desde Caen solicitó entrar en su cuarto. Otra versión cuenta que fue supuestamente a entregarle una lista de los contrarrevolucionarios, a lo cual Marat responde que al siguiente día serían apresados y guillotinados.
Él la dejó entrar, le preguntó los nombres de los que la enviaban, y tras apuntar sus nombres presuntamente dijo: «Serán todos guillotinados». Otra versión cuenta que Charlotte Corday nunca dio la lista y solo atinó a empuñarle el cuchillo. La joven aristócrata Charlotte Corday, sacó un cuchillo comprado minutos antes en una tienda, al otro lado de la calle, y le apuñaló en el pecho. Marat gritó «A moi, ma chère amie!» («¡A mí, mi querida amiga!») y murió. Corday era girondina, y su acción provocó represalias, en las que cientos de adversarios de los Jacobinos (tanto monárquicos como Girondinos) fueron ejecutados bajo los cargos de traición. La misma Corday fue guillotinada el 17 de julio de 1793 por el asesinato de Marat.
El asesinato no hizo más que engrandecer su imagen entre las capas más pobres de la sociedad, que lo identificó como a un mártir de la Revolución.
Toda la Convención Nacional acudió a su funeral, y sus cenizas fueron colocadas en el Salón de los Espectáculos, donde tenían lugar las sesiones. Cuando los jacobinos iniciaron sus campañas de descristianización deísta, Marat fue casi santificado, y su busto sustituía a menudo a los crucifijos en las antiguas iglesias de París.
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