El cantón de Cartagena

domingo, 19 de diciembre de 2010

El Cantón de Cartagena fue un ente de naturaleza nacional que mantuvo su independencia de la República unitaria centralista española durante seis meses entre 1873 y 1874, durante la llamada Revolución cantonal. Surgió debido a la enérgica repulsa al régimen unitario de la Primera República y al envío de jóvenes a las guerras coloniales que mantenía España, como la Guerra de los Diez Años, en Cuba.
Mientras en las Cortes se eternizaba la elaboración del proyecto de Constitución federal (con 17 estados más Cuba y Puerto Rico), el 12 de julio de 1873 estalló la insurrección en Cartagena. Federales intransigentes tomaron el Ayuntamiento y nombraron una "Junta de Salud Pública", apoderándose del arsenal y del puerto, donde estaba estacionada la mayoría de la flota española, la cual se unió a la sublevación: entre otras, las fragatas Almansa, Vitoria y Méndez Núñez, y el vapor Fernando el Católico (cuyas tripulaciones serían consideradas como piratas según decreto del 26 de Julio de 1873 ) se hallaban en el puerto.
La Junta del Cantón de Cartagena reclamó "que se lleve a efecto la formación del Cantón Murciano, con la autonomía municipal y Cantonal", lo que evidencia la intención de establecer un estado federal a través de las diversas Juntas que fueran surgiendo en las localidades de la nación. En medio del levantamiento cantonal, el proyecto de constitución fue rechazado por las Cortes y el presidente Pi y Margall tuvo que dimitir, acusado de complicidad. El Cantón cartagenero,bien pertrechado gracias a las armas del arsenal y a la posesión de la flota, acuñó moneda propia y resistió los ataques de las tropas del Gobierno, llegando incluso a diseñar planes educativos que nunca se llevarían a cabo.
El líder del Cantón de Cartagena fue Antonete Gálvez natural de Torreagüera, progresista de origen humilde que entonces era diputado a Cortes por la provincia.
El Cantón dispuso de su propio periódico, llamado "El Cantón Murciano" tal y como atestiguan las hemerotecas, debido al estado de sitio al que estaba siendo sometida la ciudad, y la imposibilidad de editar un periódico en Cartagena.
Después de seis meses de asedio de Cartagena, y cuando la Primera República había sido sustituida por un Gobierno provisional al mando del general Serrano, el general López Domínguez consiguió la rendición de la plaza, lo que supuso la condena a muerte de los rebeldes o su exilio, generalmente a Argelia. La historia del asedio y del final del cantón fue reflejada por Ramón J. Sender en su novela Mr. Witt en el cantón y por Benito Pérez Galdós en el episodio nacional De Cartago a Sagunto.
Los cantonales organizaron expediciones por tierra y mar para extender la revolución cantonal pero, finalmente, la ciudad fue ocupada por el general López Domínguez, tras un intenso asedio en el que la ciudad fue devastada. Se calcula que, tras el bombardeo, más del 70% de los edificios de la ciudad habían sido destruidos o presentaban graves daños.
Este hecho histórico, además de las etapas en que la ciudad fue provincia, ha provocado que ciertos partidos políticos exijan la necesidad de recuperar la Provincia de Cartagena.
Debido a la dificultad que tuvieron los insurrectos durante el Sitio de Cartagena de aprovisionarse en otras ciudades, se acuñó moneda propia para sufragar y sostener los gastos derivados de la revolución. Se decretó una amnistía para todos los falsarios que cumplían condena en el penal de Cartagena si cooperaban en la elaboración de los cuños y la acuñación de las piezas. Toda la plata que se conseguía procedente de las minas de Mazarrón y de objetos de plata que se pudieron incautar, era fundida, laminada y preparada para la acuñación. La ley se elevó a 925 milésimas, 25 más que las oficiales y los cospeles se prepararon con una mayor dimensión que los normales del mismo valor facial. Las monedas tuvieron un peso superior, entre 26 y 28 gramos, por encima de los 25 gramos, que era el peso oficial para los duros. El peso de las monedas de 10 reales estaba entre 13 y 14 gramos. Las monedas se acuñaron en el Arsenal de Cartagena y se utilizaron las máquinas de estampación para útiles de barcos.
Las monedas de plata de cinco pesetas (el duro) y de diez reales (medio duro) no llevan figura alguna, sino sólo las inscripciones:

  • En el anverso tres líneas: roseta - SETIEMBRE - 1873, y la leyenda: Cartagena sitiada por los centralistas.
  • En el reverso dos líneas: roseta - CANTONAL, y la leyenda: Revolución Diez Reales o Cinco Pesetas.

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